lunes, 30 de julio de 2018

Instrucciones para evitar dormirse

La tarea parece algo sencilla, puede ser, pero si el día es lunes tal vez sea titánica. Quizás parezca exagerado lo que escribo pero después de un domingo ocioso, repleto de comida y reuniones familiares creo que estas humildes instrucciones pueden ayudar.
En la mañana, debe escuchar el despertador que insiste en su función. Es probable que no sea un despertador como los clásicos (Esos que podían revolearse y conseguir que siguieran funcionando a pesar de ello), es casi seguro que sea su celular quien tenga esa amargo y desgraciado propósito: despertarlo. Así que no lo lance por los aires porque de hacerlo puede romperse en varios pedazos o dañar su cover de vidrio -o glass como insisten en llamarlo algunos-. Luego, puede rodar y sentir que a su lado lo acompaña un ser que se mantiene con la piel caliente. O no, puede que duerma solo en las noches, en caso agarresé a la almohada. De cualquier forma, abracesé fuerte y ruegue haber sido inteligente la noche anterior al poner una alarma más.
Después de esa mini siestita de diez minutos, levante la colcha que tiene encima y extienda un brazo y ayudesé así a sentarse en la cama. Puede estirarse un poco para colaborar con el proceso para despabilarse y ayudar a su musculatura con eso.
Apoye un pie en el piso, o intente ponerse una pantufla porque, a esta altura del año, todavía es pronto para andar descalzo, así en patas.
Luego vaya al baño, haga un pis y lavesé las manos. Ahí puede tomar dos caminos: bañarse para despertarse por completo o intentar aplacar los pelos parados y peinarse para no parecer loco en la calle al salir. Después debe tomar algo de ropa del placard (en el mejor de los casos) o de alguna silla que ha sido relegada a la función de sostener prendas en vez de sostener culos, y vistasé. Trate de combinar los colores -No sea como mi esposa que elije el verde y el rojo juntos-. Pongasé medias, pantalones, remera o camisa y un buzo o sweater como mínimo. No olvide que estamos en julio aún y está fresco pa´chomba calada.
Las bifurcaciones continúan, puede elegir salir de su hogar haciendo caso omiso al famoso "El desayuno es la comida más importante del día", o mimarse un poco y prepararse una infusión de café o de mate (El té no puede ser una opción, el té es para cuando se está enfermo) y un par de galletas o tostaditas. Luego debe lavarse los dientes porque, bueno, es algo importante para su salud dental y para el resto de la humanidad ya que así no tendrá que oler su aliento a perro caniche mayor de 7 años.
Una vez terminado esto, debe abrigarse un poco más, una campera que lo proteja del viento y un par de guantes de ser necesario.
Trate de no bostezar a esta altura, sé que es difícil pero se puede. Luego debe buscar las llaves, el celular y la billetera como mínimo. No se olvide de la Sube en caso de viajar en transporte público o de las llaves del auto en caso de tenerlo.
Diríjase a su trabajo y, una vez más, intente no bostezar ni cerrar los ojos. Sobre todo si conduce porque puede provocar accidentes.
Inicie sus actividades cotidianas al ingresar a la empresa o institución para la cual trabaja. Y continúe con el esfuerzo de no bostezar durante toda la mañana.
Al almorzar elija algo liviano porque si prefiere una napolitana con fritas lo entiendo pero sepa que, luego de terminar el último bocado, será capaz de vender a su propia madre por una cama y una siesta.
Este momento del día es tal vez el más crítico y le doy un consejo ayudesé con algo de cafeína. Eso puede evitar la conocida modorra.
Una vez que salga del trabajo, si no debe estudiar o no tiene compromisos asumidos, puede ir rápidamente al hogar, sacarse la ropa con agilidad y ponerse la muda que pretende ser de entrecasa pero que, en realidad, es casi de linyera. Ahora sí puede tirarse en un sillón a ver alguna serie o partido de fútbol y echarse una cabezadita hasta que llegue la hora de preparar la cena. Mientras lo hace, puede ir saboreando la ansiada victoria y el gran premio de lanzarse de palomita a la cama una vez más con la satisfacción de la tarea cumplida.

viernes, 27 de julio de 2018

La comunicación, a veces, es confusión.

No todo el mundo conoce a Jakobson pero, seguramente, y estoy convencida de ello, lo hemos estudiado aunque sea una vez. Él -entre tantos otros, claro- estudió bastante, tal vez de manera desorganizada, la lingüística, la teoría de la comunicación, la estilística y otras yerbas. Y es gracias a él que a veces sabemos cómo nos comunicamos. 

En la escuela primaria a casi todos nos hablaron del emisor y el receptor, del mensaje y el canal. Más tarde, otros tantos estudiamos un poco más y en Teorías de la Comunicación (o Semiología) nos hablaron de contexto, hablante, oyente, poética, funciones y códigos, pero no los quiero aburrir con nada de eso.
Lo que me llama poderosamente la atención es que, a veces, nos comunicamos mal, por no decir que nos comunicamos como el orto. A veces, suponemos que el otro, es decir el oyente, nos entendió y tiempo después descubrimos que no es así, que lamentablemente las suposiciones generaron más confusión y que el mensaje no llegó nunca, que somos nosotros mismos los que rellenamos con más información nuestras mentes, entiendo, para quedarnos tranquilos o satisfechos. A veces, también, el hablante cree haber dado el mensaje fuerte y claro y resulta que no. Ahí llega el conflicto, luego el fastidio, el hartazgo y hasta un posible enojo. 


Lo paradójico de todo esto es que a la mayoría de nosotros nos gusta a hablar, casi todos tenemos redes sociales supuestamente para comunicarnos y eso no sucede. Ni a palos. 
Lo paradójico es que otros tantos hasta nos gusta escribir y nos agrada comunicarnos. Y algo que me ha demostrado el tiempo y alguito de experiencia estos años es que justamente los comunicadores, los que nos dedicamos a esto o intentamos hacerlo, somos los más confusos. Somos los más creativos al rellenar con información. Y eso a la larga trae problemas -Sí, lo digo también por experiencia-. 
Así que usted, usuario de redes sociales, deje de suponer cosas, deje de rellenar y de calmar su ansiedad con mensajes que no fueron dados, abra los oídos o los ojos en caso de que el mensaje llegue escrito y escuche o lea. Y si no le quedó claro, pregunte. Eso nos va a ahorrar posibles conflictos en el futuro con amigos, familia o en cualquier otro contexto. 
Es un consejo de otra usuaria de redes sociales, comunicadora y autora que también hace terapia para quitar malos patrones y reaprender a comunicarse.


miércoles, 25 de julio de 2018

Un deseo y un camino.

A veces ver a otros disfrutar de los momentos sencillos de la vida te hace vibrar el alma. 
A veces basta con una mirada nueva, con observar un instante cotidiano que parece un ritual nuevo (y lo es, tal vez) para saber qué es lo importante.
A veces el deseo, ese que se te resiste, provoca ansiedad o algún bajón. Pero lo que, sin dudas, hay que intentar es vivir ese momento con intensidad -y permitirse estar así sabiendo que esa sensación también pasará- aunque no sea tan agradable porque a quién le gusta vivir con ansiedad. Yo todavía no conocí a nadie así. Creo que si tenés claro el deseo ya hay una parte del trabajo hecho. Solo resta armar un plan y una ruta, tener en claro el camino, saber que ese plan puede modificarse y llevarte por algunas bifurcaciones pero con la certeza de que es algo posible. 

Los deseos y los objetivos son algo que nos hacen sentir vivos porque ahí, donde hay ganas, también hay esperanza. Puede que te rompas la cabeza, claro. Puede que tropieces y te genere dolor. Puede que te duela el corazón. Puede que tengas ganas de frenar un rato para estirar la piernas. Puede que tengas ganas de parar y respirar. Puede que tengas ganas de rendirte en la mitad de viaje porque ¿Quién no tuvo ganas de tirar la toalla? Es lógico, a todos nos pasó alguna vez. Pero hay que seguir. 
Claro, puede que justamente la rutina llena de los momentos superficiales y mecánicos generen desazón y melancolía. Y a veces es tan grande esa sensación que hace que veamos la vida con anteojos negros. En esos segundos, creo que hay que frenar, detenerse hasta el punto de parecer congelados en el tiempo y pensar. Pensar y tal vez hasta visualizar eso que deseás, eso que esperás para alimentar otra vez el ser, para darse esa palmadita en el hombro que buscás en otros, para recargarse de energías y perseguir ese deseo choto que se te quiere escapar. 
Puede que la vida esté llena de políticos de mierda, que el dólar se vaya cada vez más al carajo, que a nadie le importe nada más que su propia quintita, que el frío te entumezca las gambas. Puede que te tengas que levantar temprano, que se te complique llegar a fin de mes (no te preocupes, a casi todos nos pasa. No estás solo en esa), puede que tengas ganas de llorar, que no tengas el peso que querés tener. Puede ser que la gente no te entienda (¡Chóquelas! Todos nos sentimos así algún día), puede ser que no tengas el auto que querés, puede que no hayas conseguido las botas que te gustan en tu número, puede ser que no tengas laburo, puede ser que estés enfermo, que no te hayan perdonado. Puede que haya gente mamerta (¡Ojo! Parecemos rodeados), puede ser que no tengas el pelo que querés, que tengas miedo, que no tengas la altura que querés... Puede haber miles de razones y millones de excusas. Pero si tenés un deseo vivo, un deseo que te hace vibrar el culo vivís bien porque tenés una razón para levantarte cada día. Al fin y al cabo eso es lo importante que vivas e intentes mejorar día a día, que quieras conseguirlo y que disfrutes mientras lo intentás... El resultado ya vendrá, viene solo. 
Y no intento que esto sea un texto de autoayuda, aunque lo parezca, lo cierto es que lo vi con mis propios ojos ayer mientras miraba a una madre sonreírle a su bebé sin poder creer lo que había creado. Ante una imagen así no queda más que emocionarse y recordar lo que dijo Cerati una vez "Tarda en llegar y al final, al final hay recompensa".

martes, 24 de julio de 2018

Querido conductor:


Quiero que sepas que, allá lejos y hace tiempo, compraste un auto que posee luces de giro, de posición, bajas, balizas y frenos.
Otra cosa que me interesa hacerte saber, y supongo que a otra parte de la población también, es que al llegar a una intersección es conveniente, por vos y por mí, que aminores la marcha así no dañamos nuestros respectivos autos y mucho menos a nosotros. Por favor, y lo digo con preocupación, es necesario que cuides tu vida y todo empieza por ahí.
Algo más, cuando vayas a girar, recordá que detrás tuyo, casi seguro, hay otro conductor que puede que no tenga la bola de cristal al día. Muchos no tenemos la VTV al día así que imaginate lo jodido que es no tener esa esfera brillante para adivinar que vos querés cambiar de rumbo hacia la derecha o la izquierda.
Cuando llegues a la zona que deseas llegar, por favor -y esta vez de verdad- poné balizas para avisar, eh. Así el de atrás se ahorra la puteada por lo bajo o por lo alto. Y si sos de los que ponés balizas justo enfrente de la zona a estacionar te merecés una buena gastroenteritis, posta. Ponelas un toque antes y te ahorrás este mal deseo.
Y por último, vos conductor... Recordá que en avenidas o calles doble mano NO se debe girar a la izquierda porque así lo indica la Ley Nacional de Tránsito Nº 24.449, en su artículo 44 inciso f, salvo que exista una señal que lo permita.
Ahora sí, zonzo... Si hacés más o menos bien estas pequeñas cositas, vos y yo podríamos tener una buena relación en las calles. Una amena... como la de esas familias que se juntan a comer cada tanto y recuerdan viejos tiempos. Mirá que si te portás bien te puedo hasta llegar a invitar un café porque no, unas birras no te voy a invitar y menos si después tenés que manejar.


Gracias por todo.
Abrazo gigante, conductor.