viernes, 27 de julio de 2018

La comunicación, a veces, es confusión.

No todo el mundo conoce a Jakobson pero, seguramente, y estoy convencida de ello, lo hemos estudiado aunque sea una vez. Él -entre tantos otros, claro- estudió bastante, tal vez de manera desorganizada, la lingüística, la teoría de la comunicación, la estilística y otras yerbas. Y es gracias a él que a veces sabemos cómo nos comunicamos. 

En la escuela primaria a casi todos nos hablaron del emisor y el receptor, del mensaje y el canal. Más tarde, otros tantos estudiamos un poco más y en Teorías de la Comunicación (o Semiología) nos hablaron de contexto, hablante, oyente, poética, funciones y códigos, pero no los quiero aburrir con nada de eso.
Lo que me llama poderosamente la atención es que, a veces, nos comunicamos mal, por no decir que nos comunicamos como el orto. A veces, suponemos que el otro, es decir el oyente, nos entendió y tiempo después descubrimos que no es así, que lamentablemente las suposiciones generaron más confusión y que el mensaje no llegó nunca, que somos nosotros mismos los que rellenamos con más información nuestras mentes, entiendo, para quedarnos tranquilos o satisfechos. A veces, también, el hablante cree haber dado el mensaje fuerte y claro y resulta que no. Ahí llega el conflicto, luego el fastidio, el hartazgo y hasta un posible enojo. 


Lo paradójico de todo esto es que a la mayoría de nosotros nos gusta a hablar, casi todos tenemos redes sociales supuestamente para comunicarnos y eso no sucede. Ni a palos. 
Lo paradójico es que otros tantos hasta nos gusta escribir y nos agrada comunicarnos. Y algo que me ha demostrado el tiempo y alguito de experiencia estos años es que justamente los comunicadores, los que nos dedicamos a esto o intentamos hacerlo, somos los más confusos. Somos los más creativos al rellenar con información. Y eso a la larga trae problemas -Sí, lo digo también por experiencia-. 
Así que usted, usuario de redes sociales, deje de suponer cosas, deje de rellenar y de calmar su ansiedad con mensajes que no fueron dados, abra los oídos o los ojos en caso de que el mensaje llegue escrito y escuche o lea. Y si no le quedó claro, pregunte. Eso nos va a ahorrar posibles conflictos en el futuro con amigos, familia o en cualquier otro contexto. 
Es un consejo de otra usuaria de redes sociales, comunicadora y autora que también hace terapia para quitar malos patrones y reaprender a comunicarse.


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