martes, 8 de septiembre de 2015

Que le den con la cachiporra.

Casi siempre ando viajando. Por ello es que, muchas veces, vivo y escucho historias que suceden a mi alrededor.
Más allá de, tal vez, ser parte de esos momentos... Yo los veo como si fuera una espectadora.
Hoy, mientras iba caminando a paso firme y apurado porque llegaba tarde al Instituto... Una historia se cruzó conmigo.
Yo veía demasiados autos en las calles, conductores que comenzaban a desesperarse (Situación que no indica que lleven mucho tiempo allí. Si vivís en una ciudad como Baires, sabés que la gente se exaspera fácilmente y más si van al volante.) y a lo lejos algunos pasajeros que, fuera de los vagones, giraban sobre su eje.
Aunque el panorama indicaba problemas, yo seguí avanzando al son de la música con mis auriculares puestos y una sonrisa como compañera.
Me acerqué a la boletería, pero allí había un cartelito que indicaba: "Enseguida vuelvo". Aún así no me desanimé y sacándome el artefacto que me tapaba los oídos, pregunté qué había pasado. El muchacho entrado en años, no supo desasnarme; él también llegaba recién. Así que agradecí y me aproximé a uno de los vagones.
Ahí comenzó la función.
La gente hablaba y yo espiaba sin disfraz, ni pudor. Aparentemente, una joven había sido esposada al ser descubierta por otras personas mientras intentaba robar.
Este tipo de cosas suele suceder, pero yo allí no me voy a detener.
Lo curioso de esta historia eran los comentarios que hacían los viajantes del Belgrano Norte.
Entre otras cosas, escuché:
"Le dije... Yo me moriré por vieja podrida, pero al menos no moriré chorra". Maravillosa era la expresión de la Sra. que contaba la historia apasionada.
Después de esto, otro hombre preguntó: ¿Pero la agarraron?
Esa misma Sra., le afirmó el hecho y le dijo que la habían esposado aunque no podían controlarla porque estaba como "embravecida".
Entonces, el hombre no pudo evitar decir: PERO QUE LE DEN CON LA CACHIPORRA.
Sin dudas, este no es un viaje común.
Sé que vendrán algunos más... En donde yo seguiré escuchando historias y participando como fiel espectadora aunque no lleve pochoclos.

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